En el US Open, Wu Yibing derribó la muralla. Con 23 años, se convirtió en el primer tenista chino desde 1959 en ganar un partido del cuadro final de un Grand Slam. No se quedó ahí. En tierras estadounidenses, avanzó más que cualquier otro compatriota suyo en cualquier major. Desde la previa, llegó hasta la tercera ronda, en la que no pudo con Daniil Medvedev. Un territorio totalmente desconocido para el país asiático, pero no tanto para Wu, pionero dentro de sus fronteras. En 2017, entrenado por el español Nahum García, ganó el Slam estadounidense como júnior, categoría en la que llegó a ser número uno del mundo. Este sábado, en Dallas, también se ha convertido en el primer representante de su país en alcanzar las semifinales de un torneo ATP desde Pan Bing, en Seúl (1995). En octavos, superó a Dennis Shapovalov (27º); en cuartos, a Adrian Mannarino (63º). “¿Puedes, por favor, fallar un golpe?”, gritaba el francés, impotente, tras encajar una rotura que enterraba todas sus opciones.
Con el ascenso en Texas, Yibing ya es, virtualmente, 83º en el ranking, el mejor puesto de siempre para alguien de su país (el 136º lugar de Zhang Zhizhen establecía el techo). Hace menos de un año, sin embargo, Wu se situaba en la posición 1.869ª. Entre su tempranera explosión y el momento actual, un drama. Entre marzo de 2019 y enero de 2022, el jugador asiático no pudo competir en ningún torneo internacional. Las lesiones se mezclaron con la pandemia, reduciendo al mínimo sus posibilidades. Espalda, hombro, muñeca... y codo, su problema físico más grave, por el que, todavía hoy, juega con un vendaje en su talentoso brazo derecho, con problemas para doblarlo por completo. En 2020, se sometió a una cirugía en la que le extrajeron parte de un hueso (”suena terrorífico, pero fue así”, recuerda); tras recuperarse, las restricciones sanitarias le impidieron salir de China. Las malas noticias suelen llegar acompañadas.
“Dos años es mucho tiempo para que un jugador profesional esté fuera del circuito internacional. Creo que estoy contento con la forma en que estoy jugando y lo disfruto más desde que estuve lesionado durante dos o tres años. Ahora, creo que mentalmente estoy listo para superar todas las lesiones que pueda tener en un futuro cercano. Debido a la COVID, tampoco podía viajar tanto. Mantuve la pasión por el tenis y traté de disfrutar jugando. También tengo un buen equipo a mi alrededor para mantenerme concentrado”, explicaba Wu, en declaraciones recogidas por la ATP, tras romper la barrera del top-100, a principios de mes. “Sólo el principio” para él, que se marca como objetivo situarse entre los 30 mejores del mundo este año.
Las cosas que estuvo haciendo Wu Yibing en el #DalOpen ? pic.twitter.com/WBKVrvx5aS
Wu es un loco de su deporte. “Siempre estoy dispuesto a leer artículos sobre tenis y a ver vídeos de otros jugadores y míos, especialmente de los partidos que perdí, que me pueden enseñar mucho”, revela en una entrevista para el portal chino Xinhua. Pese a ello, tiene tiempo para más. La NBA es otra de sus grandes pasiones. Con Yao Ming como emblema, pudo conocer a Joel Embiid o Ben Simmons en 2018, cuando los Philadelphia 76ers visitaron Shanghái. Su jugador favorito, sin embargo, es Kevin Durant, cuyas jugadas, “geniales”, ve “relajadamente en la cama”. Ahora, tras el último terremoto en la liga de baloncesto estadounidense, le disfrutará con la camiseta de los Phoenix Suns.
Un golpe de efecto que él quiere emular dentro del circuito ATP, en el que empieza a tener una repercusión que ya conoce. Cuando se inició en el mundo del tenis, con cuatro años, Wu ya se viralizó en China, cuyos temas generaron casi 900 millones de visitas en la red social Weibo. Ahora, sobre la pista, se siente un jugador más fuerte y agresivo, pero con aspectos a pulir, sobre todo, cerca de la red. “En general, los jugadores chinos estamos trabajando mucho sobre la línea de fondo. Nos faltan algunos golpes cortados o voleas. Es algo que me falta de mi etapa como júnior y que espero mejorar”, analiza. En 2022, ya ganó tres torneos Challenger; en 2023, espera explotar definitivamente. Dentro de su nombre, se encuentra la palabra luz (”bing”, en chino). Y la vuelve a ver.
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