Este pequeño vendaje de primeros auxilios, utilizado comúnmente para cubrir cortes y lesiones superficiales, debe ser utilizado con prudencia: su mal uso puede agravar la cicatrización y recuperación de la piel. Una jefa de enfermería nos da sus consejos y recomendaciones para no ponernos el parche antes de la herida.
Hace un poco más de cien años, un comprador de algodón de Nueva Jersey tuvo una visionaria idea que hizo cambiar el mundo de los primeros auxilios. Se trataba de una cubierta protectora fácil de aplicar para raspaduras, cortes y quemaduras menores. Sí: estamos hablando precisamente del parche curita, uno de los principales protagonistas de cualquier botiquín, presente en todos los baños y buena parte de las carteras, mochilas o bananos del mundo.
Cuando Josephine Knight se casó con Earle Dickson, a principios del siglo XX, asumió también el rol de dueña de casa. Entre sus labores figuraban preparar la cena y otras comidas, algo que a ciertas personas se le puede dar fácil pero a otras, como a Josephine, resulta todo un desafío de habilidad maniobrar entre cuchillos afilados, humeantes ollas y calientes hornos. Por eso, quemaduras menores y cortes empezaron a proliferar por sus manos, heridas que no tenían otra solución más que ser cubiertas con un trozo de tela anudado en un extremo, el cual no duraba demasiado tiempo en su lugar.
“Un truco sensato, sin duda, pero quizás no el más seguro ni tampoco estéril”, relatan en el sitio de Johnson & Johnson. Como su marido trabajaba en esta empresa —que entonces se especializaba en insumos médicos—, ella compartió sus penurias con él y un día volvió a casa con gaza antiséptica, cinta adhesiva quirúrgica y tela de crinolina (para evitar que se pegara en sí mismo), y entre ambos diseñaron el primer prototipo del parche curita. Band-aid fue llamado en inglés, se patentó en 1921 y consagró a los Dickson en el Salón de la Fama de los Inventores.
Fue toda una revolución para el cuidado doméstico, tanto así que hoy, como dice el dicho, nos ponemos un parche incluso antes de tener una herida. No solo para cortes sino también para rasmillones, raspaduras, ardores y hasta para cubrir el acné se usan estos apósitos, muchas veces de manera automática. Sin embargo, antes de usar o mantener este vendaje, debemos tener precaución, puesto a que la humedad que ellos retienen entorpece el proceso de cicatrizado.
Si usas parches curita, debes hacerlo de la forma apropiada.
Cecilia Henríquez, subdirectora de Enfermería de RedSalud, sabe que el uso del parche curita es muy común y difícil de evitar, pero de todas maneras recomienda que las heridas, especialmente las que no requieren intervención quirúrgica, estén expuestas al aire. “Siempre protegiéndola del sol, para que pueda cicatrizar correctamente”.
“Este tipo de parches debe usarse solamente en heridas pequeñas, de poca profundidad y extensión”, asegura, en especial en zonas donde “el roce le provoca dolor a la persona”, como las manos o los pies.
La función más importante que tiene el parche curita es “proteger la herida de influencias externas, como el roce y la presión, además de prevenir la contaminación”. Es por esto que “el uso y el tiempo que debe permanecer en una herida dependerá del periodo que esté expuesto a una prenda o suciedad”.
Henríquez dice que si la persona es adulta, está en casa y sin demasiada exposición o riesgo de que la herida se abra o contamine, hay que tratar de mantener la zona afectada al aire libre. Con los niños puede ser distinto. “Sabemos que los más chicos están expuestos continuamente a caídas o contacto con distintas superficies, por lo que la opción de un parche curita en ellos puede ser una buena solución para proteger la zona”, apunta.
En primer lugar, la zona de la herida debe estar limpia y seca. “De lo contrario, la suciedad puede permanecer ahí y provocar una infección”, respalda Henríquez. Para evitar problemas, entrega el siguiente proceso:
Lavar la herida con abundante agua de la llave y un jabón neutro, y luego enjuagar muy bien. “Evitar usar algodón, alcohol (que mata también las celulas regenerativas), polvos u otras pomadas”, dice.
Secar la herida con gasas, no con la toalla del baño (que puede estar sucia). “El secado debe ser con pequeños toques de adentro hacia fuera, sin frotarla”, explica.
Aplicar solución desinfectante. “Especialmente si la herida estuvo expuesta a suciedad o con algún agente contaminante”, aclara.
Cubrir finalmente con un parche curita. Recomienda la especialista de RedSalud que estos se cambien con frecuencia, especialmente cuando se humedecen, porque “si al retirar el parche la herida se encuentra macerada, muy húmeda, se recomienda suspender su uso”.
Cuando la herida supera las dimensiones del parche curita, lo mejor es recurrir a un apósito —parches cuadrados y más extensos—, “del tipo transparente o de espuma, los que posteriormente se pueden fijar con tela adhesiva”, acuña Henríquez. Hay algunos, como estos Nexcare, que no se pegan a la piel, lo que hace más fácil su remoción. Estos apósitos deben ir cambiándose cada 24 horas o una vez que se humedezcan.
Por ejemplo, en ambientes familiares o actividades deportivas es común que se generen cortadas, raspaduras o incluso quemaduras leves. Para eso, la especialista recomienda “lavar, desinfectar y utilizar este tipo de apósitos semipermeables, que permiten el intercambio de humedad, aceleran la cicatrización y evitan el roce con la ropa y otros elementos que pueden causar incomodidad o dolor”.
En estos casos también suele haber un sangrado abundante. Para esto, Henriquez sugiere “presionar con gasas estériles la zona durante cinco minutos, de manera directa y uniforme, y así detener la hemorragia”.
“Si a pesar de la compresión el sangrado no se detiene, o cuando hay objetos que se han incrustado en la herida, entonces lo que conviene es acudir a un servicio de urgencias”, asegura la especialista, ya que en este lugar se podrá evaluar de mejor forma la necesidad y el trato de la herida.
Usualmente, en la decisión de compra de un parche curita puede primar el precio, el que muchas veces no es correspondido por su eficiencia, o incluso la caridad, ya que es común comprarlos a vendedores ambulantes con lastimosos discursos.
Pero algo indispensable en los parches curita son los pegamentos que traen y cómo estos se adhieren a nuestra piel. Según Dukal, importante marca estadounidense de desarrollo y fabricación de productos médicos, existen tres atributos que debemos tomar en cuenta a la hora de seleccionar un vendaje adhesivo:
La idea es que el parche dure al menos un día protegiendo la herida, y por lo tanto no debe deshilacharse, romperse ni deshacerse. El objetivo es que ayude a despreocuparnos un poco del dolor, no que nos cause otra molestia más.
Se trata de la “pegajosidad” que tiene el material. Los diferentes niveles de adhesión brindan un uso más prolongado y diferentes niveles de comodidad cuando se retiran. También se debe considerar la adherencia en pieles de edad avanzada, sensibles o delicadas. Nada más incómodo que un parche curita que se despega a las dos horas o que termina arrancándose del dedo como si fuera un anillo de otra talla.
Es la capacidad que tiene el tejido o el material del parche para dejar que el vapor de humedad que genera el cuerpo pueda salir. Asegurarse de que una herida tenga la transpirabilidad adecuada garantiza un entorno ideal para la curación. Por el contrario, un parche que retiene demasiado la humedad puede terminar perjudicando el proceso de cicatrización, ya que una piel húmeda es menos capaz de regenerarse.
Aunque muchos no lo sepan, los parches curita tienen distintas materialidades, las que les dan diferentes beneficios y características.
Los parches curita de plástico ofrecen una cobertura de herida suave y flexible. Es un material de bajo costo (pero de alta contaminación), aunque existen algunos formatos biodegradables.
Los parches Equate fueron testeados por integrantes de Práctico y con muy buenos resultados. Del universo de las opciones clásicas que puedes encontrar en una farmacia o supermercado, esta marca ofrece una muy buena adhesión —consigue permanecer 24 horas en su lugar—, resistencia al agua y una excelente estética, puesto que son completamente transparentes.
Para mucha gente, la tela es el material más cómodo en un parche curita, ya que son flexibles y se adaptan cómodamente al cuerpo. También es una buena alternativa para pieles más sensibles, aunque no llegan ser tan resistentes como los de plástico.
Este material proporciona humedad y mantiene la piel tersa, lo que ayuda a aliviar el dolor. Está enfocado para regenerar los irritados pezones de las madres que amamantan, cuya piel no necesariamente tiene heridas pero sí presentan mucho ardor y sensibilidad. A diferencia de otros parches, estos sí proveen de humedad a la zona. No conviene usarlos para otro tipo de lesiones.
*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 14 de abril de 2022. Los valores y su disponibilidad pueden cambiar.
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