Hoy 19 de marzo se cumplen 63 años del asesinato de Sergio González, “El Curita”.
No se hará en esta ocasión el acto que cada año congrega alrededor de su tumba a numerosos combatientes que bajo sus órdenes participamos en la lucha clandestina, dirigentes del partido y las organizaciones de masa y de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) del municipio Plaza, así como jóvenes de escuelas cercanas porque la actual pandemia no lo aconseja.
Solo unos pocos de sus compañeros, sus familiares y dirigentes de la ACRC, fuimos hoy allí. Si Sergio estuviera entre nosotros coincidiría en actuar de ese modo. Al escribir esta reseña me recuerdo de algo que no había relatado.
En 1959, en vísperas del primer aniversario de su muerte, Rogelio Montenegro y yo, después que revisamos algunos documentos, entre ellos su acta de defunción e identificamos el sitio donde lo abatieron junto a Borrell y Motica, tuvimos una discusión muy fuerte con el médico que firmó esa acta, que omitió mencionar las huellas evidentes de tortura que tenían los tres.
Fueron asesinados o más bien rematados en la carretera de Vento, muy cerca de la avenida Santa Catalina, en el segundo frondoso árbol frente a un local que era entonces una posada.
Pretendíamos hacer allí un modesto túmulo a la memoria de los tres, antes de ese primer aniversario. Por nuestra inexperiencia entonces no logramos encontrar la forma de hacerlo en los pocos días que disponíamos, pues nos parecía complicada la forma de construirlo entre ese y el árbol colindante y, además, no me abochorno de confesarlo, a ambos no nos agradaba la idea de levantarlo frente a una posada.
Asistimos pocos días después al acto en el cementerio de Colón donde vi por primera vez a su viuda y sus cuatro hijos.
Luego a los dos nos agradó que, a la plazoleta de Reina y Galiano, donde estuvo enclavada la imprenta en la que Sergio reprodujo la primera versión clandestina de “La Historia me Absolverá”, se denominara con su nombre, y que en una esquina se edificó un pequeño paredón con su efigie en bajo relieve y ambos desechamos, sin comentarlo con otros, la idea de hacer el túmulo en Vento por nuestros absurdos prejuicios. Cada vez que paso por ahí me siento de alguna forma abochornado de no haberlo hecho.
También al escribir este breve relato en memoria de Sergio creo oportuno decir a los jóvenes que hoy libran el combate contra la pandemia, que con su actuación están reeditando aspectos de la vida de un joven que los precedió enfrentando la pandemia de aquella época.
Son escenarios distintos, pero de similar compromiso del deber, sentido de coraje, enfrentamiento al peligro y de solidaridad. Valió la pena su sacrificio si contribuyó a reproducir décadas después miles de nuevos combatientes.
La actividad de Sergio como revolucionario se inició antes del golpe de estado de 1952 como dirigente sindical del transporte urbano de la capital. Al producirse aquel retroceso, multiplica y diversifica su actividad. Ya mencioné la impresión en la imprenta heredada de su hermana de la autodefensa de Fidel, convertido en documento programático de los revolucionarios que además de reproducir convirtió en su guía hasta su muerte.
Siempre buscando resquicios para combatir encontró formas originales y hasta ingeniosas de hacerlo.
Batista después de asesinar a los asaltantes del Palacio Presidencial que quedaron heridos en esa madriguera, se organizó a sí mismo una actividad en que las llamadas “fuerzas vivas” asistirían a ese cubil para expresarle su complacencia por haber sobrevivido al ajusticiamiento organizado por José Antonio Echevarría y el Directorio Revolucionario.
Conociendo esto, preparó a la misma hora del encuentro, que tres parejas, todas de apellido Castro, alquilaran habitaciones en tres hoteles colindantes y prendieran fuego a las camas donde habían puesto balas y una balacera triple frustró la lacayuna ceremonia.
Se escapó a fines de octubre de 1957 con diez compañeros del Vivac de El Príncipe de la forma menos aparentemente posible, en medio de la visita de los familiares, brincando por el murito reservado a las visitas de los abogados defensores. A nadie se le había ocurrido. Yo traté de imitarlo meses después y tuve que volver a entrar luego de que fue descubierto el compañero que me antecedió.
Al salir se convirtió, de hecho, en el jefe de los grupos que llamábamos de acción del MR-26-7 y aunque al escaparse no lo sabía, comenzó a preparar mentalmente en la prisión una acción que estremecería la capital tan solo un par de semanas después.
La frustración de la huelga espontánea por la muerte de Frank País y la detención y condena de varios dirigentes clandestinos y otros hechos de similar impacto, incidían negativamente en la percepción de muchos habaneros que aún no se percataban del progreso de la lucha guerrillera en el oriente y centro del país.
Era necesario hacer evidente a los capitalinos y a los esbirros la fuerza, pujanza y organización del MR-26-7 en La Habana.
Dos semanas después de su fuga organizó una operación que la población a través de “radio bemba “calificó como la noche de las cien bombas. Más de doscientos combatientes participaron en esa actividad entre los que consiguieron y transportaron la dinamita y los detonadores, las confeccionamos y las pusimos.
La controló en todos sus detalles personalmente e insistió en que no podía haber una sola persona herida por esa masiva acción, como no la hubo. El impacto fue trascendental.
Fueron innumerables las acciones que organizó. El ajusticiamiento de delatores, la voladura de un tanque de la refinería de Belot que con su humareda negra varios días evidenciaba la determinación de lucha de los capitalinos...
Sufrió el asesinato de Fontán, pero no lo amedrentó aunque sabía que ese podía ser su destino.
Con su pierna enyesada al fracturarse mientras escapaba de un cerco policial, siguió aunando y organizando fuerzas para seguir. Era un capitán de capitanes como alguien lo calificó.
Hubiera preferido morir en combate, varias veces lo dijo, pero fue rematado pocas horas después de ser detenido y torturado con saña. Sus asesinos sabían que, aunque tenía valiosa información, no delataría jamás a sus compañeros.
Supe años después que, con todo respeto, declinó la orden de Fidel que le indicaba dejar la ciudad e incorporarse a la guerrilla pues percibía desde la sierra que el círculo para liquidarlo se hacía cada día más estrecho y ya era indiscutiblemente un experimentado cuadro de dirección para las futuras tareas que enfrentaríamos. No lo comentó con nadie pues sabía que muchos hubiéramos compartido ese criterio.
Tampoco era suicida, sabía perfectamente el peligro que corría, amaba la vida y soñaba con el futuro que no llegó a ver. Más de una vez hablaba de esa nueva vida que construiríamos y contagiaba con su entusiasmo nato en las situaciones más adversas.
Pero no se fue, sigue con nosotros, reencarnado en miles de jóvenes que imitan sus cualidades.
Diplomático y periodista, colaborador de Cubadebate.
Correo (no será publicado):
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La historias de nuestros héroes no puede ser olvidada, recordarla cada día enlaza las hazañas de nuevos héroes, quizás ahora ni en la clandestidad ni con armas para liberar a nuestro pueblo trabajador, pero sí con batas blancas, frente al peligro, ahora para preservar las vidas de nuestros compatriotas, los de hoy sonlos salvados y liberados para continuar la lucha por un mundo mejor, solidario y humanista.
Honor y gloria al Curita , soy amiga de uno de sus hijos y se cuánto valora este recordatorio. Hoy que tenemos dos Candidatos vacunarse en Fase III pienso en ellos los mártires hoy nuestra batalla es otra pero están presentes.
Nunca supe que Sergio Gonzalez, había tenido hijos, me gusta descubrir la historia desde el punto de vista humano de sus protagonistas, el curita era un “duro” sin dudas.
En otras ocasiones ha habido comentarios maliciosos, quizás ingenuos, comparando las acciones de acción y sabotaje con el actual terrorismo. Hoy el imperio y sus acólitos se han apropiado de algunos términos para desfigurarlos y utilizarlos a su antojo, bien para justificar sus acciones, bien para denigrar y atacar a nuestros países. Derechos humanos, luchadores por la libertad, terrorismo “bueno” y “malo” etc, son frases y conceptos que le dan a su conveniencia un contenido confuso y, en manos de sus poderosos medios, han formado parte de la estrategia imperial desde finales del pasado siglo. Es terrorismo la acción cuyo objetivo es sembrar el terror, que en múltiples ocasiones involucra víctimas inocentes (ahora, como parte de ese lenguaje, se le llama víctimas colaterales) y que, contra Cuba, desde el triunfo de la Revolución, ha sido alentado y financiado desde y por Estados Unidos, y ha cobrado miles de vidas de nuestro pueblo. Bastaría un ejemplo. El sabotaje al avión de Cubana en Barbados para acreditar lo anterior. Como forma de lucha el Movimiento 26 de Julio, así como el Directorio Revolucionario, como respuesta al terror de la sangrienta tiranía batistiana, asumieron la lucha armada. Una de sus variantes, sobre todo en las ciudades, fue el sabotaje, incluyendo detonaciones de explosivos y bombas. Sus objetivos fueron instalaciones que sostenían aquel régimen oprobioso y otras se realizaron en lugares públicos, pero siempre con la premisa de evitar vidas y víctimas inocentes. Se financiaban con la contribución de cientos de miles de personas, la inmensa mayoría humilde, simpatizantes o no del Movimiento, pero decididamente antibatistianas. Para estos grupos se escogía los combatientes más valiosos, decididos y valientes, pero también conscientes y patrióticos, que asumían naturalmente la tarea encomendada. En muchos casos, la connotación del hecho fue lo primordial, como el secuestro del corredor argentino Juan Manuel Fangio. En otros la necesidad de hacer justicia, como el ajusticiamiento de Cowley. Pero todos, repito, con la premisa de evitar vidas y víctimas inocentes. Baste un ejemplo, recordado por uno de los protagonistas, el autor de este relato, la orden terminante de "El Curita", uno de los jefes más audaces de acción y sabotaje del Movimiento 26 de julio, de evitar victimas inocentes en la acción conocida como "la noche de las Cien Bombas". Honor a nuestro mártires.
Es uno de los nuestros; entregó su vida por nosotros; por ver esta REVOLUCIÓN viva y victoriosa; donde nunca más se asesinaría a jóvenes por luchar por la libertad.
Resulta ejemplo para todos conocer el quehacer de nuestros mártires. Gracias a los que con sus relatos y vivencias ayudan a perpetuar la historia
Honor y Gloria a los héroes y mártires de la Patria.
DESDE SU MUERTE, UN NEJEMPLO VIVO. MERECIDO RECORDATORIO CUANDO HOY, OTROS MILES LE IMITAN EN VALOR, SACRIFICIO Y ACCIÓN DESINTERESADA, EN OTRO CONTEXTO SI, PERO VALIDO TAMBIÉN. TODOS LOS TIEMPOS NO SON IGUALES PERO, LOS VALORES SON CIMIENTES DE NUEVOS FRUTOS.
Nunca es tarde para restaurar la memoria histórica de la Revolución. Si somos capaces de presupuestar una estatua a un Jonh Lennon en un parque del Vedado. E inagurarlo a todo bombo y platillo. COMO ES POSIBLE QUE EN 62 AÑOS DE REVOLUCIÓN. NO SE HAYA CONSTRUIDO UN BUSTO DE YESO, UNA TARJA EN HONOR A EL CURITA. CAPITAN DE LAS MILICIAS DEL 26 DE JULIO EN LA CAPITAL. NO ENTIENDO PORQUE HAN DEJADO SOLO EN ESTA LUCHA AL CRO. MASOLA... CUANDO MUCHOS DE LOS COMPAÑEROS DE LUCHA DE SERGIO GONZÁLEZ. EN EL TRANSCURSO DE LA REVOLUCIÓN. OCUPARON IMPORTANTES CARGOS ESTATALES Y POLITICOS.
Tuve el honor de ser profesor de uno sus hijos en la Lenin. Siempre admire a este ejemplar combatiente clandestino
En 1966 o 67 estudie en el Pre Carlos Marx con un hijo del curita se llamaba si mal no recuerdo Richard A el le deciamos también El Curita¿ Alguien sabe q fue de su vida?
Mazola, gracias por su escrito, como siempre muy interesante y educativo. Gloria eterna a nuestros mártires, por ellos seguiremos siendo de Patria o Muerte
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Diplomático y periodista, colaborador de Cubadebate.