Cosquín Rock 2023, día 2: un cierre imbatible lleno de contrastes, simbolismos y novedades

2023-03-08 17:12:07 By : Ms. caroline Huang

miércoles , 8 de marzo de 2023

El festival despedió su 23ª edición con varios contrapuntos generacionales y artísticos, como el de Ciro y Dillom o Las Pelotas y Tiësto, lo que se reflejó en la gran amplitud del público que rockeó y bailó sin prejuicios. Fito Páez estremeció en el atardecer.

“Después de estar 22 cosquines, cuando muchos de ustedes no habían nacido, lo logramos: cerramos el Cosquín Rock número 23″, lanzó Germán Daffunchio durante el cambiante show de Las Pelotas en el epílogo de esta nueva edición del festival.

La afirmación es cierta a medias: si bien la banda fue la encargada de cerrar el telón del escenario Norte con emociones repartidas y ante un público que mostró un evidente cruce generacional, la realidad es que las propuestas que le bajaron la persiana al Cosquín Rock 2023 tuvieron que ver mucho más con el baile y la apuesta a futuro, que con el peso de la historia del evento.

Por caso, la electrónica amable y ganchera de Tiësto. Minutos después de la 1 de ayer, l dee jay neerlandés comenzó un largo set en el que incluyó guiños para el público promedio, como una versión intervenida del hit de Bizarrap y Quevedo (“¿Se viene el remix de Tiësto?”, se preguntó con picardía) y una impactante puesta de luces y visuales.

Y en escenarios secundarios, las fiestas Polenta (en el Boomerang) y Katana (en el Paraguay) le terminaban de poner un broche bien bailable a todo este Cosquín Rock europeizado.

Eso sí, gran parte del público que había comenzado la aventura bien temprano, emigraba hacia la congestionada salida con los cuerpos cansados de tanto trajín.

Una vez más quedó claro: el Cosquín Rock no es para flojitos. Hay que estar con pilas para disfrutar calidad y cantidad. Y claro, para quedarse hasta el final – final.

Apenas pasadas las 23 del domingo, se vivió una situación que es un fiel reflejo de la diversificación de propuestas y público que viene transitando el festival en sus últimas edición: un arranque a puro pogo con La Vela Puerca en el Norte; el pop refinado de Babasónicos en el Montaña (sin dudas le quedó chico ese espacio); el final de Dillom, el nuevo niño mimado del trap, en el Sur; una gran asistencia para ver una demorada pero sólida presentación de Lisandro Aristimuño en el Boomerang y un puñado de entusiastas delirando con El Doctor en el Paraguay.

Lo de Babasónicos fue convocante y efectivo: comienzo electro (como para marcar la cancha), una muestra de algunos temas de los más recientes Discutible (2018) y Trinchera (2022) para ofrecer la saludable novedad y el erotismo puro de clásicos como Los calientes y Deléctrico. Siempre rinden.

Además, un contrapunto generacional entre Andrés Ciro Martínez y Dillom también fue todo un símbolo de la 23ª edición, que tuvo una convocatoria total de 110 mil personas, según los organizadores.

En el escenario Norte, el exlíder de Los Piojos sacó a relucir su oficio en “el festival más alucinante del país”, tal como lo definió. Lo hizo con un show vibrante de rock que, sin embargo, tuvo un pasaje sedoso junto a la Orquesta Sinfónica de Villa María y un instante muy tierno al invitar a la niña Jóse para Canción de cuna.

En el Sur, en tanto, el niño terrible del trap & roll se instituía como la gran nueva cosa de la música joven argentina, ese inabarcable terreno estilístico en el que sólo un artista crossover puede mandar.

En el resto de su ofrenda, Ciro alternó clásicos piojosos (Tan solo, Como Alí) con temas de la etapa “persa”, e incluyó una mención seguida de agradecimiento a la Selección, mientras irrumpía la bandera argentina con las tres estrellas en las pantallas. Eso garantizó cántico de cancha.

También hubo lugar para un segmento intimista/ romántico en clave trovador tanguero, dedicado a una “pelirroja que me hizo sufrir” y que mostró versiones de Y quemas y Gris, ambos de diferentes épocas de Los Piojos. El remate fue con Te diría, ya con la banda sonando a pleno.

Hacia el final, Ciro planteó un divertido contrapunto con en el público a partir de anunciar que se venía “el último tema”. Fue entonces que hubo un guiño cumbiero/ futbolero y hasta un link con el Festival Nacional de Folklore. Esto último sucedió cuando interpretó una versión algo improvisada del clásico Juana Azurduy. Luego todo estalló con el enganchado El farolito/ El balneario/ Muévelo.

Mientras tanto, en el escenario Montaña, Catalina García, cantante de la orquesta swing-tropical Monsieur Periné, invocaba la fuerza de las mujeres que alguna vez representó la mencionada Azurduy. En este caso, agradeció la lucha feminista del sur del continente que es un ejemplo para el resto. “En Colombia son una gran inspiración”, acotó antes de cantar Mi Libertad. La banda colombiana fue una grata inclusión en el festival.

Si bien les tocó lidiar con ese mismo dilema que Las Pelotas, cerrar uno de los escenarios principales ante una audiencia ya algo cansada, Ca7riel y Paco Amoroso demostraron que lo suyo es cosa tan seria como deforme, en el sentido artístico de una categoría que supo imponer mejor que nadie en su momento Illya Kuryaki.

De la guitarra más rockera al trap con los graves más saturados, o de la música disco a la salsa y de la psicodelia electrónica o un momento guitarrero con ambos cantantes sentados en las escaleras. Todo puede pasar en un show de esta dupla genial.

A su hermosa locura musical hay que sumarle el gran trabajo conceptual y de las visuales, incluyendo el instante meme con fotos históricas intervenidas con las caras de los artistas, como la de Maradona y Fidel Castro con un Ca7riel risueño en el medio.

“¿Están preprados hijos de puta?”, arremetió en un pasaje el cantante y guitarrista, dueño de una energía desbordante, mientras Amoroso jugaba con gran mestría junto a los fans de las primeras filas. Habrá que ver si fuimos dignos de semejante arrebato.

La jornada de clausura se desarrolló desde las tempranas horas de siesta y con un sol potente que, si bien hizo congestionar los puestos de hidratación, no amedrentó a los seguidores de El Vuelto, Jóvenes Pordioseros y de El Plan de la Mariposa.

A propósito de estos últimos: su show arrancó 15 minutos más tarde de previsto, por lo que tuvieron que acortarlo. Sus seguidores, que llegaron en gran número, protestaron un poco pero el cantante Sebastián Andersen salió a poner paños fríos. “Esto es así, es la dinámica de los festivales”, lanzó para calmas a sus fieras que bancaron a la banda bonaerense bajo el sol abrasador.

Ese mismo astro que le pegó de frente a Manu Martínez en el escenario Montaña, donde ofreció un set de folk canción con el respaldo de un grupito de seguidores propios y de algunos “piojosos”, que más tarde se trasladarían al Norte para ver a la banda de su padre, Ciro y Los Persas.

Como rasgo distintivo de esta edición queda que el sol se hizo sentir y mucho en ese nuevo espacio, que recién al atardecer (sábado con La Delio Valdez y anoche con Bandalos Chinos) brindó la postal deseada para artistas y público, aunque en determinadas horas obligó a buscar refugio en la sombrita de la carpa de sonido.

Mientras sonaba Cruzando el Charco en el Norte, Catriel Ciavarella, el baterista de Divididos, se paseaba y se sacaba fotos requeridas entre el público. Consultado acerca del corte abrupto en el show de su banda cerca de la medianoche del sábado, explicó que se debió a una decisión del staff propio. “Nos quedaba un tema de la lista, pero bueno, no pasa nada”, dijo con buena onda.

Volviendo al epílogo del día 1, Juanse tiró una frase polémica al comenzar su set de cierre en ese escenario: “Mejor tocar a esta hora que lavar los platos”, se le oyó al músico mientras varios (en el escenario y en el público) se miraban sin entender demasiado.

De regreso a la jornada de cierre, alrededor de las 18.30 del domingo sucedió algo curioso: Caras extrañas fue la única banda que sonó en todo el predio.

Fueron unos minutos de “exclusividad” para la nueva banda de Junior Lescano (excantante de La 25) hasta que arrancó el dúo español de rap Cráneo & Lasser (rimas picantes en el escenario Paraguay), El Zar en el Boomerang y el grupo platense Peces Raros con su singular propuesta de electrock y psicodelia, que comenzó con varios minutos de demora y algunos silbidos en el Montaña.

Arrancaron con Cicuta (que versionaron junto Trueno en una de las grandes colaboraciones de 2022) y el baile desprejuiciado se apoderó de ese espacio a la espera del atardecer.

En ese momento del día, precisamente, comenzó una peregrinación masiva hacia el Sur. Fito Páez fue la razón de ese desplazamiento popular.

Mucho antes de que el sol se perdiera en el oeste, la banda española Vetusta Morla debutó en Cosquín Rock ante una gran cantidad de gente en el escenario Sur.

El cantante Pucho, Juan Pedro Martín Almarza interactuó mucho con el púbico mientras discurrían las canciones del disco Cable a tierra. Y lo agitó de lleno cuando lanzó “A ver como ganadores del Mundial…”

“Vetusta la la la lá”, fue el grito de respaldo que consiguieron los Vetusta Morla, de parte de incondicionales como de curiosos que los veían por primera vez.

“Si hubiéramos sido argentinos, hubiéramos crecido con este festival tan icónico”, sumó Pucho, el frontman que lubrica con sus movimientos canciones rockeras con tintes electrónicos e intenciones cinematográficas (se identifican con bandas sonoras de filmes).

“Esperamos volver”, cerró el vocalista en plena sintonía con un público feliz aunque agobiado por un sol potente.

A las 20, mientras Las Pastillas del Abuelo tocaban en el Norte, el Paraguay recibía al dúo electrorrap Intendente, que tuvo la banca entre el público del mismísimo Ca7riel.

Arengadores, Intendente(s) sacudieron a la pequeña multitud que los acompañó, totalmente atravesada por esta propuesta equidistante de la pista de baile y del área destinada al pogo. A quienes la componían (a esa inmensa minoría, claro), los músicos los llamaron “los satánicos”.

Ca7riel acusó el impacto de los latigazos de Ignacio Huarte y Agustín Fortuny, y tras algunos espasmos corporales, desapareció antes de que algunos pidan selfies para subir con escasa señal.

Enseguida, Las Pastillas terminaba un show muy celebrado en el Norte y Páez le ponía épica mundialista en el Sur (Y dale alegría a mí corazón). Paralelamente, Bandalos Chinos ponía a todos a mover las patitas en el Montaña.

La banda de Goyo Degano brindó un show muy festejado y cantado por el público, demostrando que ya merecen un lugar en los principales.

Airbag asomó por el Sur luego del show de Fito Páez y fue a shockear a la multitud sin demasiadas vueltas, lo que se corroboró con sus clásicos Noches de insomnio y Cae el sol.

Esta última, de hecho, introducida por Patricio Sardelli a lo Slash, a través de un solo extendido en su guitarra de 12 cuerdas. Para El huracán, “Pato” y sus hermanos se pusieron carabelas en las cabezas e inflaron un Frankenstein gigante.

Los Airbag dieron cuenta de estar sueltos y sin presiones, por lo que le dieron lugar a ciertos movimientos humorísticos. Sucedió cuando “Pato” pasó al piano para hacer un meme de Bendita llamado Mi asadito fiu fiu e interpretó Beso a beso a modo de introducción de Mil nombres.

“Brindó por ustedes y por nosotros, por este hermoso país que lo hace la gente, no los políticos”, dijo el frontman en otro momento, y sobre un solo de guitarra que ejecutó con un vaso de fernet en la mano.

Como si eso fuera poco, Sardelli estremeció al soberano hasta la locura cuando le pidió a los suyos que lo acompañaran en Himno Nacional Argentino. Dado el clima mundialista general, el gesto caló hondo en la multitud.

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