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Si hoy le dieras la mano a un robot, la sensación no sería diferente a la de agarrar un trozo de metal frío. Pero un día, puede que no sea muy diferente de dar la mano a otro ser humano: Un equipo de investigadores japoneses afirman haber dado el primer paso para hacerlo realidad injertando “piel humana viva” en un dedo robótico.
El recubrimiento cultivado en laboratorio está formado por células de piel humana real y puede curarse a sí mismo cuando se “hiere” con la ayuda de un vendaje de colágeno. Y al igual que la piel real, el recubrimiento repele el agua y se arruga cuando el dedo del robot se dobla. Shoji Takeuchi, ingeniero de la Universidad de Tokio, afirma que los resultados son un primer paso hacia la construcción de robots que se parezcan a nosotros. “Nuestro objetivo es desarrollar robots que se parezcan realmente a los humanos”, afirmó Takeuchi, quien dirigió el estudio. “Creemos que la única forma de conseguir una apariencia que pueda confundirse con la de un ser humano es cubrirlo con el mismo material que éste: células vivas”.
La idea de hacer que los robots sean tan humanos como sea posible puede parecer algo sacado de una película de ciencia ficción distópica, pero es un objetivo importante para quienes estudian la robótica. Para hacer crecer una piel similar a la humana desde cero, el profesor Takeuchi y su equipo se basaron en dos componentes clave de la dermis (la capa intermedia de nuestra piel): el colágeno y los fibroblastos dérmicos. El colágeno es una proteína que da a la piel su estructura y elasticidad, mientras que los fibroblastos dérmicos desempeñan un papel en la reparación de heridas. Cuando el equipo sumergió el dedo robótico en una solución que contenía estos dos componentes, el líquido se encogió y envolvió el dedo como si fuera un plástico, formando una capa similar a la dermis.
“Nos sorprendió lo bien que se ajustaba el tejido de la piel a la superficie del robot”, dijo el profesor Takeuchi. A continuación, los investigadores cubrieron el dedo con unas células denominadas queratinocitos, que constituyen aproximadamente el 90% de la epidermis, la capa exterior de nuestra piel que repele el agua. Cuando el equipo puso a prueba todo el recubrimiento similar a la piel, comprobó que era lo suficientemente elástico como para estirarse y arrugarse cuando el dedo robótico se movía.Publicidad
El profesor Takeuchi y su equipo ya han empezado a averiguar cómo construir “sistemas circulatorios” en la piel de los robots. Pero el sueño final es crear una piel robótica con neuronas sensoriales, folículos pilosos, uñas y glándulas sudoríparas. Aunque es probable que no nos cueste distinguir entre un robot y un ser humano en la tienda de comestibles en un futuro próximo, estos hallazgos abren nuevas posibilidades para lograr una colaboración más estrecha entre humanos y robots.Publicidad
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