Una ampolla es una burbuja de más de 0,5 centímetros que se forma en las capas superficiales de la piel (si es de menor tamaño lo denominamos vesícula), con un contenido líquido compuesto de agua y sustancias producidas por el tejido lesionado.

Son varias las causas por las que pueden aparecer ampollas, siendo la más frecuente la fricción, es decir, el roce o la presión continuada en una zona de la piel producidos por mal uso de calzado, el uso de calzado nuevo o tras realizar caminatas largas. 

Otras causas que pueden producirlas son las quemaduras, incluyendo las solares y las secundarias a productos químicos, la congelación, las reacciones alérgicas, los eccemas o las dermatitis de contacto, las infecciones víricas como la varicela o el herpes, y algunas enfermedades específicas de la piel.

Lo más importante en el tratamiento de una ampolla es evitar que se infecte por lo que, en general, está desaconsejado reventarlas o abrirlas para drenar el contenido, ya que a través de la abertura pueden entrar microorganismos que provoquen una infección en la piel.

En caso de aparición de una ampolla, limpiaremos la zona con agua y jabón o clorhexidina, y coloraremos un vendaje suave (sin apretar) para proteger la zona. En caso de que la ampolla se haya reventado intentaremos drenar todo el contenido líquido, realizando previamente una correcta higiene de manos y desinfección de la zona, y cubriremos con un vendaje. En este caso no debemos retirar la piel sobrante que cubre la ampolla y evitaremos manipular la piel de alrededor.

Si las ampollas son de pequeño tamaño y están localizadas en zonas de la piel donde no hay tensión, como las extremidades, pueden ser tratadas en casa.

Será necesario acudir al médico en caso de determinadas localizaciones -boca, párpados y región genital o anal-, dolor moderado o intenso, y aparición de signos de infección -enrojecimiento y calor en la piel de alrededor de la ampolla, fiebre o coloración amarillenta/ verdosa del líquido de la ampolla-.

Podemos prevenir la aparición de ampollas usando un calzado cómodo o durante cortos periodos de tiempo en caso de que sean nuevos, protegiéndonos del sol con ropa específica y fotoprotector, y usando guantes o equipos de protección específicos cuando trabajemos con herramientas.

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