Un poemario agitado que se convierte en un artefacto de ingeniería social y personal.
Las palabras se transforman en bisagras de reflexión e inflexión, abriendo un espacio para el ardor rebelde y los cantos llenos de razón poética.
Zenda adelanta cuatro poemas de La cesta del lobo, de Raquel Ramírez de Arellano.
picaré mejillones y haré todo haré poesía de todo de todo se hace una cáscara que guarda sorpresas canciones hipotálamos en el vértice nupcial donde se celebran los divorcios
me haré la lista respondiendo preguntas en entrevistas para tortugas entraré fuera del caparazón donde tejen sus soles las avispas trucaré el cuentakilómetros antes de vender mi ford passat
me haré de noche y saltaré contigo por la ventana cuando el mar esté dispuesto a recoger la plancha lacónica de nuestros cuerpos mi ombligo y tus ronquidos tus uñas y mis cejas
regresaremos cada uno por su lado al lugar de nuestra cita y recogeremos el sable las botas de cowboy y cowgirl y cowbaby para rodeos haremos las paces con la vecina polaca que plancha las camisas para celebraciones y entrevistas de trabajo
me reuniré sola con muchas personalidades del mundo del cine mudo mataré la esperanza de que el nazismo no haya existido más que en la casa de los horrores y buscaré la imagen de Hitler ordenando secuestros a sus militares para mear sobre las cuencas rectilíneas de sus ojos
la acabaré jodiendo bien acabaré jodiendo el lenguaje acabaré por decir que el código es el mísero elemento donde solo se cultivan sílabas y después entre la tecla y la tecla del piano trascenderá el sonido uniformemente acelerado como un timbre sin neumáticos para el armisticio de las bicicletas
¿no es eso un lexema para tus flexivos? ¿no es acaso una raíz para la perpendicularidad de tus verbos?
me haré la lista responderé a las preguntas de la aupair recién llegada a Londres como si alguna vez hubiera existido ese idioma patinaremos con el grupo de referencia para viajantes en el interior de un buque de guerra
detonaré granadas fuera del círculo firmaré decretos de paz con una metralleta bajo el brazo lo haré cuando no queden vendajes en los armarios de los hospitales ni dinero en los paraísos fiscales ni anemia en las amebas que menstrúan cada treinta y cinco noches
voy a reescribir uno de los poemas de Ashbery que nunca supo qué significaban sus poemas para cagarnos juntos en la historia de los reglamentos ¿qué dices que es una ley? ¿qué dices que es una norma?
la capacidad de mi mano sobre la tecla no es otra cosa que destruir con violencia lo que un día tuvo significado ¿podemos volver a inventar el mundo? pavoneo chuleo reguetoneo poético ¡cáspita! he inventado una palabra seria este es el momento de suicidarnos todos
creo que hace falta pasta de dientes papel higiénico y pinzas de tender las ropas hagamos entre todos la lista de la compra la anticapitalista lista de la compra ¿es este poema un ejercicio de escritura automática? ¿es este poema el haz de luz de la caverna del surrealismo? ¿es este poema un invento para truchas marsupiales y logaritmos éticos? no seguro que no
la historia es un arma viva entre tus manos
Había un huevo había un huevo de torcaz profundo en los huesecillos del esqueleto de la noche hice un trámite: pareja de palomas en un macetero del balcón empollan un huevo sus turnos son una visita salvaje uno no habría podido nada la otra habría sido un simulacro redondo no son gallinas ni el ladrido de un sapo son un pequeño recital de poesía urbana
Había un huevo un pulso debilísimo zigzagueando en la yema un futuro de paseos por el aire un aeroplano la estructura de un aeroplano el croquis de un aeroplano que late generoso entre las flores de momento solo un proyecto de momento no odia a los gendarmes
Había un huevo un mundo diminuto y circular un penacho al que individualmente habían ido llegando los árboles las ardillas escarban un hoyo profundo en esta pequeña broma las ardillas también son poetas aquietados sin mirarse se quitan de encima la existencia y duermen y echan la siesta sobre el silbo de una flauta un pequeño paraíso para afeitar las interrogaciones
Había un violín sobrenatural que brama a través del carbón había un endecasílabo de bala junto a un cuerpo en la fosa común del firmamento había un huevo un proyecto de latido sobre la tierra seca del jarrón un plan de alargadas pajas y mullidas hierbas un dolor en la inocencia del perejil y en la fragilidad de los enchufes
De momento eres la pregunta más interesante la pregunta mejor planteada saca una vez con las negras serás lo que hiciste recordarás cualquier distancia con la precisión de una fórmula química cázale una mariposa a Ferlinghetti y hallarás una nueva frontera
Había una pradera esperando su sitio un huevo oval como multiplicando palacios en las púas de un erizo una montaña quieta un eslabón
Mi esposo asomó la lente de la cámara (¡clic!) una radiografía (¡clic!) del exterior blanco roto llegó el amanecer y con él su desaparición la transparencia aleteando en el corazón desocupado del nido
Había un mullido hueco en el vacío legal de aquella tierra un polluelo translúcido que abrió su pico en la intermitencia del mundo un polluelo translúcido que comió la nada y era cero en la noción de algo un boleto nulo sobre el serrín de la feria la carencia ninguno el nadie más preciso de ninguno entre todas las cosas que no son
No deberías haber untado el reloj con el cuchillo del pan.
Lewis Carroll, el sombrerero en Alicia en el país de las maravillas.
Esconde la mano y tira la piedra córtale la cabeza al tiempo
Ahora no venía lo del baño el que espía tras el cristal mientras orinas
Ahora venía lo del invierno y Papá Noel y los regalos y los polvorones que entregas a los últimos de la fila
En mi ciudad las niñas salen a la calle con la mochila llena de libros donde no viene lo de la policía ni lo de la bandera ni lo de las pelotitas de goma
Ahí solo explican matrices y ecuaciones y Galdós y ellas quedan con sus vecinas muy temprano
Yo solo estoy meando en un baño sin puerta de madera con un cristal tornasolado y grueso a 700 kilómetros de mi madre
Un usurero asoma su nariz
Su nariz pegada contra el cristal
Su cara contra el cristal
Y tengo náuseas y miedo y pienso ¡menuda mierda en menos de dos años he tenido una pipa en la cabeza y el asedio de un voyeur!
De todas todas tengo que levantarme y me verá correr los 200 metros valla hasta llegar al Puente de Carlos
La ropa espera sobre el bidé y mi vida pasa como un rayo por su pecera
En Praga los drogadictos se las gastan así
Y ponle la puta tapa a la sartén
Dejas toda la cocina perdida
Tírame sobre la cama
Nos corre(re)mos de risa
Que se vayan todos a la mierda
¿Cómo sería el tiempo si tuviéramos en la cabeza cada minuto?
¿Sabéis lo que es vivir con cada minuto metido en la cabeza?
La gente con agallas se suicida
Vete de farra donde quieras pero regresa con un ramo de flores y deja todos los cabos sueltos los rojos los amarillos los morados
Cultívame un jardín
¿Qué seríamos tú y yo con 20 años más sin una valla blanca?
¿Qué sería de la noche sin ese puto caos de las estrellas?
Negro negro vacío colapso de oscuridad
Yo tenía pensado morirme contigo y ahora un agujero ha ocupado el centro del amor y te estás colando despacio hacia dentro como un conejito asustado que tuviera mucha prisa y mucho miedo de mí
LA CHICA DE LA MOTOSIERRA
La chica de la motosierra sale de mañana y pasea despacio los coches a la derecha los árboles a la izquierda
Brota del agujero del amor con la empuñadura de su arma sobre la espalda y sonríe a los mirlos y da los buenos días a las espigas
La chica de la motosierra pasea desde la orilla de sus años en busca de la silla de la esperanza el motor en silencio el acelerador hacia atrás
Hinca sus rodillas en el suelo solo tres o cuatro segundos e implora al cielo que le aflojen las pinzas de la ropa implora al cielo para que su cuerpo caiga lánguido sobre el agua de algún mar lejano implora al cielo que se encienda una luz
La chica de la motosierra es solo un espejismo frágil y delicado que se asoma por tu espejo retrovisor izquierdo cuando detienes la marcha en un paso para cigüeñas
La he mirado como la que se mira hace solo seis años y he sonreído como la que sonríe dos veces en la misma semana a una promesa
La chica de la motosierra ha pelado muchas patatas para el comienzo del año y en su dedo pulgar esconde los chispazos del cuchillo contra la piel el escozor el cansancio de las comas la olla a presión de una condena
La chica de la motosierra no tenía una motosierra no tenía ni siquiera un cactus no tenía nada entre sus manos nada distinto a un paraguas cerrado en un día de sol y solo piensa qué rápido se transforma el tiempo a qué velocidad pasan las horas y detrás de todos esos minutos siempre se encuentra escondida en forma circular la palabra fin y el segmento muerte.
Autora: Raquel Ramírez de Arellano. Título: La cesta del lobo. Editorial: Ya lo dijo Casimiro Parker. Venta: Todos tus libros, Amazon, Fnac y Casa del Libro.
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